Los delfines Yaku y Wayra, un caso que cuestiona el cautiverio y la ley
El pedido de liberación de Yaku y Wayra hecho por ambientalistas trae un tema clave: discutir el cautiverio de los delfines
elcomercio.pe, 14 de Mayo del 2013
Desde hace 3 años Yaku (en la imagen) y Wayra (debajo del agua) permanecen en el Delfinario La Herradura. Nadie los puede visitar. (Giancarlo Shibayama)
GONZALO GALARZA CERF
Suena a cruel recordatorio: todos los días Yaku y Wayra oyen cómo el rugido del mar se ahoga en las piedras de La Herradura, en Chorrillos. Lo escuchan desde una poza pequeña (la grande está en mantenimiento en este momento), en el Delfinario La Herradura, donde permanecen desde hace tres años, que dejaron el hotel Los Delfines , en San Isidro.
Alguna vez eso que escuchan a pocos metros, el mar, fue su casa en Cuba antes de ser llevados a México, donde los llamaban Yoyo y Laly. Al Perú ingresaron en el año 97 como Yaku y Wayra (aire y agua, en quechua), paradójicos nombres para dos animales cuya imagen es la más doméstica del mundo marino y hoy la más cuestionable: dos delfines en dos pozas frente a sillas de colores vacías. El Delfinario La Herradura dejó de recibir al público hace más de un año y hoy son pozas privadas como la llama el hotel Los Delfines, sin acceso al público ni a la prensa. Dos mascotas de lujo en el olvido.
Al menos, para casi todos los que permanecen en tierra. Ayer, al sonido del mar se sumó uno nuevo: el grito de libertad por parte de la ONG Orca . Aunque este emblemático caso de cautiverio empezó a retumbar por el aviso de Meghan Macpherson en el Facebook: “Miren a dónde movieron los delfines del hotel Los Delfines”. Esa alerta acompañada de la foto del lugar empezó a compartirse como si fuese la gestación de una cruzada. ¿Se puede liberar a Yaku y Wayra? ¿Quién es la autoridad competente que se encarga de fiscalizar que ambos se encuentren en buen estado y bajo condiciones adecuadas?
PROTECCIÓN Y CAMPAÑA
Cuando Yaku y Wayra llegaron al país, en 1997, el Ministerio Público inició investigaciones sobre los permisos para su ingreso y permanencia en cautiverio. “Estos animales fueron importados con un permiso especial. De ninguna manera fueron rescatados. Se traficaron para cautiverio, con negocios en Cuba, es una mafia, eso sabemos los que estamos metidos en el tema”, dice el presidente de Orca, Carlos Yaipén.
Un año antes, sin embargo, el camino legal se había dado para que no tuviesen problemas: la Resolución Ministerial 588-96-PE “establece que la especie ‘Tursiops truncatus’ es el único cetáceo que puede ser mantenido en cautiverio en el país”.
‘Tursiops truncatus’ es el delfín de nariz de botella, es decir, Yaku y Wayra. “Es la especie más comercial curiosamente. El año que se dicta ese decreto, 1996, se compran los delfines”, sostiene Carlos Lau, presidente de la Fundación Ballena Azul , que ha lanzado la campaña Somos Libres, Seámoslo Siempre, con el objetivo de poner punto final al cautiverio de cetáceos menores en el Perú. “La campaña no busca atacar ese caso, sino concientizar, que prohíba que vuelvan a darse casos como el de Yaku y Wayra, que sirva de arma para poder cambiar esta ley que se hizo al parecer para que este señor [Jacques Levy] pueda traer estos delfines . Liberándolos no soluciona el problema: después vienen otros y todo vuelve a ser igual, mientras la ley siga así no se va a dar ningún cambio”, enfatiza Lau.
En el Perú el cautiverio es permitido “con fines de investigación, recreación y difusión cultural”, y según el D.S. 002-96-PE, “requiere de la autorización expresa del Ministerio de Pesquería”. ¿Fines educativos y de investigación? Mentira. Nadie hace educación con este tema. Están cometiendo un delito contra la vida, no contra la ley, pero sí contra la humanidad y los valores, por eso pedimos cambios en la ley de cetáceos”, afirma Lau.
ESTADO INCIERTO
En este momento, Yaku y Wayra tendrían 25 y 21 años, respectivamente. Quizá unos menos. Un delfín vive entre 70 y 80 años en el mar; en cautiverio esto se reduce a la tercera parte: el encierro los estresa y los vuelve vulnerables. Ambos estarían acercándose al final de su vida. Pero nadie sabe cómo están, no hay evaluaciones médicas disponibles. En el hotel prefieren no hablar. Yaipén pudo ingresar hace poco y vio a Wayra haciendo gestos de dolor, cuenta. Los empleados del delfinario dicen que están bien, que comen 25 kilos de pescado al día, que vienen siempre su médico y entrenador… El espacio, dice Lau, cumpliría las condiciones fijadas en el reglamento de la ley, pero no es lo óptimo.
Liberarlos implica un costo elevado y una salida compleja: requiere estudios para ver si podrán adaptarse de nuevo al océano. Entre tantos gritos de liberación, también surgen rumores sobre una posible venta de los delfines, animales cuyo mantenimiento es muy caro y cuyo peso es demasiado incómodo. Todo eso se discute y se escucha mientras Yaku y Wayra siguen nadando en esas pozas de agua tratada con químicos, desde donde oyen todos los días el rugido de lo que fue su casa: el mar.
PRECISIONES
EL CASO DE HUAYRURÍN
A quien sí pueden liberar legalmente es a Huayrurín, el delfín rosado que se encuentra en el Parque Zoológico Quistococha, en Loreto. “La Ordenanza 9-2009-GRL-CR prohíbe el cautiverio del bufeo colorado, bufeo negro y el manatí amazónico, a menos que provengan de acciones de rescate, decomiso y captura incidental en cuyo caso pueden mantenerse en cautiverio para rehabilitación, hasta su liberación”, dice Lau, de Ballena Azul.
EL ENCIERRO
Según los expertos de Orca y Ballena Azul, el cautiverio hace que los delfines se vuelvan agresivos y estresados. Esto desencadena una serie de enfermedades. Por eso cuentan que cuando Wayra dio a luz, mató a su cría.
MARCO LEGAL
La Resolución Ministerial 588-96-PE establece los puntos que debe cumplir el cautiverio.
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